Dejo aquí unas palabras de Susana Tamaro de su libro "Querida Mathilda"
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"Estoy triste", me dijo, "estoy harta de que me quiten la esperanza. Podrían dejarme por lo menos un poco, lo mínimo para ir tirando".
Pues bien: yo comparto plenamente ese pensamiento. ¿Qué sentido tiene cerrar todos los caminos, atrancarse preventivamente en un búnker en el que sólo se garantiza nuestra propia supervivencia?
Detesto el catastrofismo que cada vez cobra más auge en estos años, detesto las predicciones apocalípticas, encuentro que el cinismo es un medio sumamente pobre para enmascarar la propia poquedad, la propia incapacidad de mirar apenas un poco más allá.
Tampoco me gustan todos aquellos que para hacer frente al desconcierto se refugian precipitadamente bajo el ala cálida de las sectas y los grupos. Aquellas sectas y grupos que, como primera medida, impiden pensar y construyen un futuro, ¡ay de mí!, a su imagen y semejanza para garantizarlo, llaves en mano, únicamente a sus adeptos.
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No se busca la esperanza por miedo o por apaciguar la conciencia, sino porque se cree en el potencial evolutivo escondido en el hombre.
Fotos Nieves Bordel en
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