Conviene afirmar de una vez por todas, que el arte naïf, primitivo, ingenuista o arte ínsito –de todas estas formas se le denomina- quedó institucionalizado como “género singular”, a partir de la gran exposición retrospectiva que en 1911 se le dedicó al artista francés Henri Rousseu, el Aduanero, en el Salón de los Independientes y a la monografía que en 1913 le publica W. Udhe.
Ivan Generalic
La institucionalización del ingenuismo se consolida por el hecho de que el circuito comercial de las galerías, subastas y marchantes de arte, lo promocionan; grandes escritores o artistas como Max Jacob, Picasso o Le Corbusier lo apoyan y los coleccionistas lo adquieren y conforman con él museos de envergadura como el de Max Fourny en París o Île de France, y el de Sainte Elaine en Niza con la colección de Anatole Jawlensky.
Francia, meca del arte en la primera mitad del XX, fue por tanto el país que definió, exaltó y difundió el aprecio del arte naïf y de ahí saltó a su valoración internacional.
Ivan Rabuzin
A partir de aquí algunas escuelas de arte ingenuista, como la yugoslava, la polaca, pintada bajo vidrio o la de Haití y Santo Domingo, cobraron reconocimiento en un mercado internacional cada vez más interesado por una pintura animada que devolvía a la mirada de los espectadores el gusto por la alegría de vivir.
Pintura desenfadada y sin complejos que irradiaba su cromatismo a las retinas.
Ivan GeneralicMuseo de arte naif croata http://www.hmnu.org/
Ivan Rabuzin http://www.rabuzin.com/
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