No dejes de creer que las palabras, la risa y la poesía sí pueden cambiar el mundo.

Fe

Confío confío confío

No te detengas en la duda ni el temor, tampoco en la culpa ni en la autorrecriminación, reside en el esplendor permanente con la seguridad de que eres muy amado.

Siempre eres Uno con Dios, Siempre eres bienvenido a casa. Porque tu hogar es Mi corazón y Mío es el tuyo.

Esperanza


La esperanza le pertenece a la vida, es la misma vida defendiéndose.
(Julio Cortazar)

Amor


La esperanza es esa cosa alada que se posa en el alma y canta la melodía sin palabras que nunca cesa.
(Emily Dickinson
)

Nada nos detiene

Nada nos detiene
Nunca encontraras un arco iris si estas mirando hacia abajo" Charles Chaplin

El amor no es un camino. Te trae de regreso a tu hogar. El amor es tu hogar.
(Sri Sri Shankar)

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Frases

viernes, 9 de octubre de 2009

Séraphine Louis

Texto sacado del blog "mujeres en el arte"

(El siguente texto es un resumen extraído de:
BIHALJI-MERIN, Oto: El Arte Naïf, ed. Labor, Barcelona, 1978. ISBN: 84-335-7558-9; pp. 45-)

“Séraphine Louis, algunas veces citada como Séraphine de Senlis, nació en 1864 en Assy (Oise). Jamás estudió pintura, ni durante los tiempos de su niñez, cuando fue pastora, ni posteriormente, cuando trabajaba como sirvienta.

¿Cuándo empezó a plasmar con formas y colores sus sueños y sus impulsos? ¿Por qué lo haría? Sabemos muy poco del drama íntimo de su pequeño ser. Y quizás todavía sabríamos menos de su arte si el azar no la hubiera reunido con aquél hombre que, impresionado por las imaginaciones de Rousseau, seguía la huella de los modernos primitivos.

En el año 1912 Wilhem Uhde se trasladó a Senlis para descansar en la paz de esa vieja y pequeña ciudad de la Ile de France, cercana a Paris y, al mismo tiempo, alejada del Barullo. Cada mañana acudía una mujer para limpiarle la vivienda. Uhde apenas se fijó en ella. Un buen día vió en una casa de Senlis un bodegón de manzanas que le llamó la atención. Preguntó el nombre del pintor. << ¡Es su asistenta Séraphine!>> Hasta ahí le había guiado el destino a ciegas. Ahora podía cuidarse Uhde de que los estáticos ramos de flores crecieran hasta convertirse en poderosos árboles de fantasía. (…)

Uhde señala que Séraphine guardaba rigurosamente el secreto de su pintura. Nadie podía mirar cuando ella pintaba, cuando mezclaba los colores y preparaba el lienzo para que todo se efectuara con perfección artesana. Vivía con un recogimiento monacal en su pequeña habitación, sobre cuya chimenea siempre ardía una eterna luz a la Virgen.

Pequeña, ajada, con mirada ardiente y oscura sobre su pálido rostro, pintaba en una especie de trance, como jardinero místico, los flamantes ramilletes tras los cuales se oculta la tentación de todo lo sagrado. Plantas carnales con frutos rodeados de pestañas, ornamentos foliáceos hechos de suntuosas plumas delicadamente coloreadas, en cuyo resplandeciente nervio se abren ojos. Extraña malla de susurrantes y concupiscentes ramajes con sartas de perlas compuestas por bayas del arbusto de la ternura, y umbelas estrelladas del jardín de los placeres. (…)

(…) Todas las luces y las brasas de sus sueños se apagaron un día. Entonces vagó de casa en casa y predicó el fin del mundo. Su espíritu había quedado vacío y desequilibrado. En 1934 murió en el asilo de ancianos de Clermont.



Para Séraphine el arte fue como una revelación. Para ella la pintura –igual que para Van Gogh- era un acto afectivo. Era como si se redimiera mediante el acto de la creación. Con los ojos inmensamente abiertos caminaba a ciegas por la uniforme monotonía de su insignificante vida.
El ignorante mundo la tomó por la humilde sirvienta de Senlis. Pero ella había sido llamada para ver, para mirar, a través de los bastidores perecederos de lo temporal, y para anunciar la eternidad. (…)”

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