La mayoría tememos que nuestra voz no le haga justicia, o que nuestras palabras sean demasiado tontas, o demasiado honestas, o demasiado raras. Así que la gente acaba viviendo las canciones de los demás., en lugar de cantar la suya propia.
Son pocos los que llegan a cantar su propia canción, es difícil salirse del camino señalado: ese de baldosas amarillas, para caminar fuera de él.
Es difícil mirarse por dentro y preguntarnos quienes somos, qué buscamos realmente, más allá de lo que los demás “esperan” de nosotros, más allá de los “debe”, de lo que “toca hacer”.
Hay que lanzarse…hay que atreverse….¡¡¡¡Y en eso estamos!
(desconozco el autor)
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