Galerie Paris
No todos los caballos nacieron iguales.
Algunos nacieron para ganar.
(Mark Twain)
En las carreras de caballos modernas, el campeón no empieza desde detrás, sino que se le carga con pesadas alforjas para igualar la competición. Aunque parezca increíble, cuantas más carreras gana un caballo más peso tiene que llevar. Existen maravillosas historias sobre Secretariat, el discutible mejor purasangre de este siglo, en las que el animal llenaba de polvo el hocico de otros caballos a pesar de ir cargado con siete kilos de barras de plomo mientras aceleraba en la línea de meta y les sacaba no una nariz de ventaja, sino treinta y un cuerpos.
Cuando Secretariat murió, la autopsia reveló que su corazón era más grande que el resto de los caballos. Los médicos estaban fascinados con este descubrimiento y especularon sobre el hecho de que el caballo había nacido con un órgano vital más grande y sencillamente había cumplido su promesa natural. Otros juran que la voluntad y determinación del caballo para competir habían forzado los músculos de su corazón hasta aumentarlo de tamaño.
¿Dónde se halla la verdad? Lo desconozco. Sin embargo, en el balance final, ¿acaso importa mucho si nació con el corazón grande o lo hizo crecer para cumplir con su destino?
"Y ahora, hagamos trabajar al corazón" (Rainer Maria Rilke)
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