A menudo me preguntan si, después de llevar años recorriendo el camino del encanto de la vida simple, vivo con autenticidad. Algunos momentos, algunas horas, algunos días me parecen totalmente perfectos, completamente auténticos. Y la mayoría de las veces, puedo afirmar que las conversaciones que mantengo con mi familia, amigos, colegas, incluso conocidos y desconocidos, son encuentros auténticos. También lo son mis elecciones, incluso las difíciles, y mis dichas, mis penas, mis esperanzas, mis amores. Pero todos los minutos de todos los días aún no son auténticos. Creo que se tarda una vida en vivir autenticamente. Es esforzarse por vivir con autenticidad lo que te hace auténtico, no el resultado final.
Cuando creemos que hemos llegado ya, te das cuenta de que has recorrido toda esa distancia tan solo con el fin de prepararte para volver a empezar.
La mayor sorpresa que encierra el emocionante viaje hacia la autenticidad, sea como filosofía o como camino espiritual, es que se trata de un circulo en espiral. Ascendemos pero lo hacemos en circulo. En cada vuelta, el panorama se abre un poco mas. El psicólogo Carl Jung creia que nuestra experiencia espiritual de “El Self” que yo denomino “yo auténtico” solo podía realizarse verdaderamente mediante la circunvalación.
En la antigüedad se veneraba el poder del circulo. En la tradición africana, y en las películas Disney, nuestra existencia terrenal recibe el nombre del “el circulo de la vida”. Alee Negro, el jefe de los Sioux oglala, enseñaba que “el poder del mundo opera siempre en círculos . Los pregrinos budistas e hindues rodean el perimetro del monte tibetano Kailas como un acto de adoración Los musulmanes rodean la Kabaa en la Meca.
Durante miles de años, la creación de mandalas- diseños circulares geométricos- han formado parte de las tradiciones espirituales de Oriente y Occidente. Los creyentes crean su propios manda-las para invocar lo sagrado a través de lo visual. Existe un laberinto circular en la nave de la catedral de Chartres en Francia. Las gigantescas esculturas prehistóricas de Stonhenge, Inglaterra, forman un circulo. La hostia de la comunión ofrecida en la misa católica es redonda. Si buscamos círculos los encontramos por doquier.
Platon creía que el alma es un circulo.
Si lo es, y el yo autentico es el alma hecha visible ¿Cómo iba a transcurrir nuestro camino hacia la autenticidad en linea recta y no en circulo?
Tengo constancia del trayecto en espiral en que discurre el viaje autentico cuando me veo inmersa en una serie de circunstancias de las que me parece imposible salir. Cuando esto ocurre, me pregunto: ¿Qué enseñanzas puedo sacar de esta situación para poder seguir adelante?
Normalmente descubro que he dejado de emplear los principios del encanto de la vida simple como los peldaños que me llevarían a la plenitud.
He estado demasiado ocupada para escribir en mi diario de agradecimiento, he vuelto a las andadas porque he sido incapaz de decir “no”, estoy muy susceptible porque mi casa esta hecha un desastre y soy incapaz de encontrar nada, estoy agotada porque he olvidado que necesito momentos de soledad y meditación para centrarme. He hecho esa ruta muchas veces. Se que si no espero armonía en mi rutina diaria no estoy tomando parte en el proceso.
Así que vuelvo a empezar. Empezar desde el principio. Convertir la gratitud en una oración mas activa que pasiva, traer conscientemente la simplicidad y el orden a mi rutina cotidiana, dar preferencia al ser con respecto al hacer.
No basta con saber o escribir sobre el encanto de la vida simple, hay que vivirla para apreciar su belleza y su dicha.
Cuando vuelvo a vivir siendo yo misma, suelo descubrir que puedo avanzar pero aunque no pueda cambiar mis circunstancias externas, el encanto de la vida simple me permite cambiar la forma en que reacciono ante ellas.
“La vida que queremos no es simplemente la que hemos elegido y hecho- nos dice el poeta Wendell Berrt- Es la que estamos eligiendo y haciendo”
(Sarah Ban Breathnach, El encanto de la vida simple)
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