En una época donde la verdad y la certeza están ausente y abundan la angustia y la desesperación, ninguna mujer debería avergonzarse de intentar a través de su obra, que el mundo recobrara parte de su corazón perdido”
(Louise Bogan)
La pintura de Loli Fernández muestra la belleza en los gestos y las cosas más cotidianas, más sencillas. Lo sagrado en lo ordinario. Esos detalles que pueden pasar desapercibidas por su misma cotidianidad y en las que ya no nos fijamos.
“Dios está en los detalles” decía Mies van de Rohe; y es verdad, entre los fogones, entre las flores colocadas amorosamente en el jarrón, en la jarrita de barro, en el paseo en esas horas de calma y serenidad que nos ofrece el día, en el gato aprovechando el sol de la mañana, en las figuras de porcelana o en el juego de té que nos invita a relajarnos y disfrutar. Incluso en esos días que nos sentimos perdidos, que no sabemos qué canción entonar.
Volver al hogar. Ver la belleza en todo lo que nos rodea. La abundancia en las cosas más simples. Y en eso las mujeres en general, y Loli en particular, somos unas expertas, logramos hacer de una casa, un hogar; de una comida, un festín…. Consciencia. Amor incondicional. Porque todo lo que se hace con amor, enriquece, trae más belleza a este mundo. Y donde hay belleza allí también está Dios.
Todo lo que amamos, todo de lo que nos rodeamos, nos identifica.
Yo, me vuelvo al hogar.
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