viernes, 16 de marzo de 2012
Un canto a la vida
El libro de Rafael Ceballos posee la música de la Naturaleza. El agua en su eterno peregrinaje hacia el mar nos va mostrando la vida que genera a su paso. Todo canta a su alrededor, todo vibra, todo anuncia a su Creador.
"El agua habla y canta por sí misma mientras recorre, ladera abajo, su cauce fluvial. En ese curso se entremezcla la musicalidad del descenso hasta el mar, con la que procede del bosque que cruza, donde el susurro de las hojas y el canto de las aves, descifran otros pentagramas de infinitos ríos con sus eternas voces.
En el dominio pétreo de la montaña, los truenos restallan en el cielo, retumban contra las paredes rocosas y resuenan cuando se emboscan en el valle.
Cae del cielo y escurre ahora por la descompuesta roca, excava pequeños regatosy encharca las tollas y praderías de montaña, donde estridulan los saltamontes y canta la chova piquigualda.
"Alguien en su primer contacto con el bosque llegó a escuchar el canto de los pájaros, el ruido de las hojas, el revoloteo de los picaflores, la brisa acariciando las hierbas, el zumbido de las abejas, el sonido del viento surcando los cielos. Prestando más atención, en un intento de escuchar el silencio distinguió el inaudible sonido de las flores abriéndose, el hálito del sol al calentar los áboles y la tierra y el leve sorbo de las hierbas bebiendo el rocío de la noche..."
(Rafael Ceballos, Vegetación, elemento mágico en la pintura)
Imagen Bruno Epple y Victoria Ruiz de Cortázar
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