¿Qué es el hombre mortal
Para que le tengas en cuenta…?
Salmo 8
Hay preguntas que, aun sin ser verbalizadas, siguen estando presentes en nuestra vida. Esa tensión entre la inquietud del alma con sus preguntas y respuestas, tiene un equilibrio siempre precario y frágil. Muchos de los Salmos expresan abiertamente estos estados de ánimo. Volver a leerlos puede arrojar alguna luz sobre las propias inquietudes.
Me gusta el Salmo 139. Comienza reconociendo que ante Dios todo queda al descubierto:
Oh Jehová, tú me has escudriñado completamente, y [me] conoces.
Tú mismo has llegado a conocer mi sentarme y mi levantarme.
Has considerado mi pensamiento desde lejos.
Mi viajar y mi yacer tendido has medido,
y te has familiarizado hasta con todos mis caminos.
Pues no hay una sola palabra en mi lengua,
cuando, ¡mira!, oh Jehová, tú ya lo sabes todo.
Detrás y delante, me has sitiado;
y pones tu mano sobre mí.
[Tal] conocimiento es demasiado maravilloso para mí.
Tan alto es, que yo no puedo alcanzarlo.
¿Adónde puedo irme de tu espíritu,
y adónde puedo huir de tu rostro?
Si ascendiera al cielo, allí estarías;
y si tendiera mi lecho en el Seol, ¡mira!, tú [estarías allí].
Si tomara las alas del alba,
para poder residir en el mar más remoto,
allí, también, tu propia mano me guiaría
y tu diestra me asiría.
Y si yo dijera: “¡De seguro la oscuridad misma prestamente se apoderará de mí!”,
entonces la noche sería luz en torno a mí.
Aun la oscuridad misma no resultaría demasiado oscura para ti,
sino que la noche misma brillaría tal como lo hace el día;
lo mismo daría que la oscuridad fuera luz. (salmo 139:1-12)
¿Quien soy yo?
Cada ser humano, al parecer, va respondiendo esta pregunta a medida que avanza en su búsqueda personal, o en la medida en que va sorteando los obstáculos y las circunstancias que le corresponde vivir. La pregunta vuelve a reflotar con más fuerza tal vez, según pasan los años. En el Salmo que he citado (Salmo de David) hay una necesidad de presentarse ante Dios con total honestidad
Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón;
Pruébame y conoce mis pensamientos;
Y ve si hay en mí camino de perversidad,
Y guíame en el camino eterno.
Como una manera de ilustrar esta reflexión he tomado las palabras del poema ¿Quien Soy? de Dietrich Bonhoeffer. Con ellas podemos entrar en la intimidad de un hombre de fe, abatido y en soledad. Su poesía va configurando un algo desgarrador. Es un grito del alma, de la conciencia ética y moral. Pero también es la voz humilde de un hombre que al final ya no pregunta, porque hasta la última gota de su propio ser, es entregada a los designios de su Dios
¿Quién soy yo?
tomado de “Resistencia y Sumisión”
Dietrich Bonhoeffer
Que salgo de mi celda,
Sereno, risueño y firme,
Como un noble en su palacio.
¿Quién soy? – Me preguntan a menudo
Que hablo con los carceleros,
Libre, amistosa y francamente,
Como si mandara yo.
¿Quién soy? – Me preguntan también
Que soporto los días de infortunio
Con impasibilidad, sonrisa y orgullo,
Como alguien acostumbrado a vencer.
¿Soy realmente lo que otros dicen de mí?
¿O bien sólo soy lo que yo mismo se de mí?
¿Intranquilo, ansioso, enfermo,
cual pajarillo enjaulado,
aspirando con dificultad la vida,
como si alguien me oprimiese la garganta,
Hambriento de olores, de flores, de cantos de aves,
Sediento de buenas palabras y de proximidad humana,
Temblando de cólera ante la arbitrariedad y el menor agravio,
Agitado por la espera de grandes cosas,
Impotente y temeroso por los amigos en la infinita lejanía,
Cansado y vacío para orar, pensar y crear,
Agotado y dispuesto a despedirme de todo?
¿Quién soy? ¿Éste o aquel?
¿Seré hoy éste, mañana otro?
¿Seré los dos a la vez? Ante los hombres, un hipócrita,
Y ante mí mismo, un despreciable y quejumbroso débil?
¿O tal vez, lo que aún queda en mi se asemeja al ejército derrotado
Que se retira desordenado sin la victoria que creía segura?
¿Quién soy? Las preguntas solitarias se burlan de mí.
Sea quien sea, tú me conoces, tuyo soy, ¡Oh, Dios!
Desde mi punto de vista, hay una gran similitud entre estos versos y aquellos otros, los del Salmo 139
Ambos, bajo muy distintas circunstancias, llegan a la confianza total y plena:
"despierto y aun estoy contigo" (el Salmo)
"Sea quien sea, tú me conoces, tuyo soy, ¡Oh, Dios!" (Bonhoeffer)
Imagenes Benjamín Lira
http://www.blira.com/curriculum.php?carpeta=curriculum&arch=2
¡Gracias Clarissa!!
4 comentarios:
hola, siendo un pensamiento del el rey david,que tubo la suerte de ser elegido por el padre, para su descendencia es mas fácil hacerse esa preguntas, lo difícil es hacerlas en este momento materialista y que la luz te responda. Pero a veces si nos contestan, y apreciamos su mensaje.
un placer ver tu blogs, con tu permiso intentare seguirlos.
condor te manda un sludo
Yo soy Él. Ël está en mí y yo en Él.
Besos.
pues yo no sé quien soy. y además soy muy orgulloso. así que vete a saber quien seré cuando acaben todas las dudas.
besos en salmodias!
Yo ya me he perdido, creí saber o al menos intuir pero nada, ni una certeza.
¿se acabarán alguna vez las dudas?
Al menos podemos decir como mária ¡Que sea lo que Dios quiera!
Esa es la única certeza!
Besos a todos!
...voy a seguir cantando salmos.
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