domingo, 25 de septiembre de 2011
Las gaviotas
Y sigo sin ver gaviotas. Decididamente, me voy a buscarlas, a ver si me enseñan algunas acrobacias..
"Hay quien obedece sus propias reglas porque se sabe en lo cierto; quien cosecha un especial placer en hacer algo bien; quien adivina algo más que lo que sus ojos ven; quien prefiere Volar a comprar y comer..."
"La torsión de la cola le salió a Pedro mucho peor a causa de su ira y furia al fracasar. Se fué de espaldas, volteó, se cerró salvajemente, en una barrena invertida, y por fín, se recuperó, jadeando a treinta metros bajo el nivel en que se hallaba su instructor.
-¡Pierdes tu tiempo conmigo Juan!¡Soy demasiado tonto!¡Soy demasiado estúpido!¡Intento e intento, pero nunca lo lograré!
Juan Salvador Gaviota le miró desde arriba y asintió.
-Seguro que nunca lo conseguirás mientras hagas ese encabritamiento tan brusco. ¡Pedro has perdido 60 kilometros por hora en la entrada! ¡Tienes que ser suave!¡Firme, pero suave! ¿te acuerdas?
Bajó al nivel de la joven gaviota.
-Intentémoslo juntos ahora, en formación. Y concéntrate en ese encabritamiento. Es una entrada suave, fácil.
*******************************************
Al cabo de tres meses, Juan tenía otros seis aprendices, todos Exilados, pero curiosos por esta nueva visión del vuelo por el puro gozo de volar.
Sin embargo, les resultaba más fácil dedicarse al logro de grandes rendimientos que a comprender la razón oculta de ello.
-Cada uno de nosotros es en verdad una idea de la Gran Gaviota, una idea ilimitada de la libertad- diría Juan por las tardes, en la playa,- y el vuelo de alta precisión es un paso hacia la expresión de vuestra verdadera naturaleza. Tenemos que rechazar todo lo que nos limite. esta es la causa de todas estas prácticas a alta y baja velocidad, de estas acrobacias...
...y sus alumnos se dormirían, rendidos después de un día de volar. Les gustaba practicar y les satisfacía ese hambre por aprender que crecía en cada lección. Pero ni uno de ellos, ni siquiera Pedro Gaviota, había llegado a creer que el vuelo de las ideas podía ser tan real como el vuelo del viento y las plumas.
- Tu cuerpo entero, de extremo a extremo del ala- diría Juan en otras ocasiones- no es más que tu propio pensamiento, en una forma que tú puedes ver. Rompe las cadenas de tu cuerpo.- Pero dijéralo como lo dijera sonaba como una agradable ficción, y ellos necesitaban más que nada dormir....
*******************************
¿Por qué será- se preguntó perplejo Juan- que no hay nada más difícil en el mundo que convencer a un pájaro de que es libre, y de que lo puede probar por sí mismo si solo se pasara un rato practicando?¿Por qué será tan difícil?
*****************
Al amanecer había cerca de mil pájaros en torno al circulo de alumnos, mirando con curiosidad a Esteban. No les importaba si eran o no vistos, y escuchaban, tratando de comprender a Juan Gaviota.
Habló de cosas muy sencillas: que está bien que una gaviota vuele; que la libertad es la misma esencia del ser; que todo aquello que impida esa libertad debe ser eliminado, fuera ritual o superstición o limitación en cualquier forma.
-¿Eliminado-dijo una voz en la multitu,-aunque sea la Ley de la Bandada?
- La única Ley verdadera es áquella que conduce a la libertad-dijo Juan-. No hay otra.
-¿Cómo quieres que volemos como vuelas tú?- intervino otra voz-. Tú eres especial y dotado y divino, superior a cualquier pájaro.
-¡Mirad a Pedro, a Terrence, a Carlos Rolando, a María Antonio! ¿Son también ellos especiales dotados y divinos? No más que vosotros, no más que yo. La única diferencia, realmente la única, es que ellos han empezado a comprender lo que de verdad son y han empezado a ponerlo en práctica.
Sus alumnos, salvo Pedro, se revolvían intranquilos. No se habían dado cuenta de que era eso lo que habían estado haciendo.
*************************
La próxima noche vino de la Bandada Esteban Lorenzo Gaviota, vacilante por la arena, arrastrando su ala izquierda hasta desplomarse a los pies de Juan.
Ayúdame- dijo apenas, hablando como los que van a morir-. Más que nada en el mundo, quiero volar....
Ven pues- dijo Juan-. Subamos, dejémos atrás la tierra y empecemos.
- No me entiendes. Mi ala. No puedo mover mi ala.
- Esteban Gaviota, tienes la libertad de ser tú mismo, tu verdadero ser, aquí y ahora, y no hay nada que te lo pueda impedir. Es la Ley de la Gran Gaviota, la Ley que Es.
Y sin más, Esteban Lorenzo Gaviota, extendió sus alas, sin el menor esfuerzo y se alzó hacia la noche oscura. Su grito, al tope de sus fuerzas y desde doscientos metros de altura, sacó a la Bandada de su sueño:
-¡Puedo volar!¡Escuchen! ¡PUEDO VOLAR!
(Juan Salvador Gaviota, Richard Bach)
"Hay quien obedece sus propias reglas porque se sabe en lo cierto; quien cosecha un especial placer en hacer algo bien; quien adivina algo más que lo que sus ojos ven; quien prefiere Volar a comprar y comer..."
"La torsión de la cola le salió a Pedro mucho peor a causa de su ira y furia al fracasar. Se fué de espaldas, volteó, se cerró salvajemente, en una barrena invertida, y por fín, se recuperó, jadeando a treinta metros bajo el nivel en que se hallaba su instructor.
-¡Pierdes tu tiempo conmigo Juan!¡Soy demasiado tonto!¡Soy demasiado estúpido!¡Intento e intento, pero nunca lo lograré!
Juan Salvador Gaviota le miró desde arriba y asintió.
-Seguro que nunca lo conseguirás mientras hagas ese encabritamiento tan brusco. ¡Pedro has perdido 60 kilometros por hora en la entrada! ¡Tienes que ser suave!¡Firme, pero suave! ¿te acuerdas?
Bajó al nivel de la joven gaviota.
-Intentémoslo juntos ahora, en formación. Y concéntrate en ese encabritamiento. Es una entrada suave, fácil.
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Al cabo de tres meses, Juan tenía otros seis aprendices, todos Exilados, pero curiosos por esta nueva visión del vuelo por el puro gozo de volar.
Sin embargo, les resultaba más fácil dedicarse al logro de grandes rendimientos que a comprender la razón oculta de ello.
-Cada uno de nosotros es en verdad una idea de la Gran Gaviota, una idea ilimitada de la libertad- diría Juan por las tardes, en la playa,- y el vuelo de alta precisión es un paso hacia la expresión de vuestra verdadera naturaleza. Tenemos que rechazar todo lo que nos limite. esta es la causa de todas estas prácticas a alta y baja velocidad, de estas acrobacias...
...y sus alumnos se dormirían, rendidos después de un día de volar. Les gustaba practicar y les satisfacía ese hambre por aprender que crecía en cada lección. Pero ni uno de ellos, ni siquiera Pedro Gaviota, había llegado a creer que el vuelo de las ideas podía ser tan real como el vuelo del viento y las plumas.
- Tu cuerpo entero, de extremo a extremo del ala- diría Juan en otras ocasiones- no es más que tu propio pensamiento, en una forma que tú puedes ver. Rompe las cadenas de tu cuerpo.- Pero dijéralo como lo dijera sonaba como una agradable ficción, y ellos necesitaban más que nada dormir....
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¿Por qué será- se preguntó perplejo Juan- que no hay nada más difícil en el mundo que convencer a un pájaro de que es libre, y de que lo puede probar por sí mismo si solo se pasara un rato practicando?¿Por qué será tan difícil?
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Al amanecer había cerca de mil pájaros en torno al circulo de alumnos, mirando con curiosidad a Esteban. No les importaba si eran o no vistos, y escuchaban, tratando de comprender a Juan Gaviota.
Habló de cosas muy sencillas: que está bien que una gaviota vuele; que la libertad es la misma esencia del ser; que todo aquello que impida esa libertad debe ser eliminado, fuera ritual o superstición o limitación en cualquier forma.
-¿Eliminado-dijo una voz en la multitu,-aunque sea la Ley de la Bandada?
- La única Ley verdadera es áquella que conduce a la libertad-dijo Juan-. No hay otra.
-¿Cómo quieres que volemos como vuelas tú?- intervino otra voz-. Tú eres especial y dotado y divino, superior a cualquier pájaro.
-¡Mirad a Pedro, a Terrence, a Carlos Rolando, a María Antonio! ¿Son también ellos especiales dotados y divinos? No más que vosotros, no más que yo. La única diferencia, realmente la única, es que ellos han empezado a comprender lo que de verdad son y han empezado a ponerlo en práctica.
Sus alumnos, salvo Pedro, se revolvían intranquilos. No se habían dado cuenta de que era eso lo que habían estado haciendo.
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La próxima noche vino de la Bandada Esteban Lorenzo Gaviota, vacilante por la arena, arrastrando su ala izquierda hasta desplomarse a los pies de Juan.
Ayúdame- dijo apenas, hablando como los que van a morir-. Más que nada en el mundo, quiero volar....
Ven pues- dijo Juan-. Subamos, dejémos atrás la tierra y empecemos.
- No me entiendes. Mi ala. No puedo mover mi ala.
- Esteban Gaviota, tienes la libertad de ser tú mismo, tu verdadero ser, aquí y ahora, y no hay nada que te lo pueda impedir. Es la Ley de la Gran Gaviota, la Ley que Es.
Y sin más, Esteban Lorenzo Gaviota, extendió sus alas, sin el menor esfuerzo y se alzó hacia la noche oscura. Su grito, al tope de sus fuerzas y desde doscientos metros de altura, sacó a la Bandada de su sueño:
-¡Puedo volar!¡Escuchen! ¡PUEDO VOLAR!
(Juan Salvador Gaviota, Richard Bach)
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