martes, 26 de julio de 2011
La hora de la siesta
Una de las cosas más importantes que hay que entender del hombre es que el hombre está dormido. Aun cuando cree que está despierto, no lo está. Su estado de vigilia es muy frágil; su estado de vigilia es tan insignificante que carece por completo de importancia.
Uno duerme de noche, duerme de día...desde el nacimiento hasta la muerte, uno va cambiando sus pautas de sueño, pero nunca llega a despertar de verdad. Solo porque hayas abierto los ojos, no te engañes a ti mismo pensando que estás despierto. A menos que se te abran los ojos interiores, a menos que tu interior se llene de luz, a menos que puedas verte a ti mismo, ver quien eres...no creas que estás despierto. Esa es la mayor ilusión en la que vive el hombre. Y si uno se convence de que está verdaderamente despierto, entonces ya no tiene sentido hacer ningún esfuerzo por despertar.
Lo primero que debes grabarte bien en el corazón es que estás dormido. Estás soñando, un día tras otro. A veces sueñas con los ojos abiertos y otras veces con los ojos cerrados, pero estás soñando...tú mismo eres un sueño. Todavía no eres una realidad.
Por supuesto, cualquier cosa que hagas en un sueño carece de sentido. Cualquier cosa que piense es insustancial, cualquier cosa que proyectes seguirá formando parte de tus sueños y nunca te permitirá ver la realidad. Por eso todos los budas han insistido en una sola cosa: ¡Despierta!
El silencio es el espacio en el que uno despierta, y la mente ruidosa es el espacio en el que uno permanece dormido. Si tu mente continúa parloteando, estás dormido. Si te sientas en silencio, si la mente desaparece y puedes oír el canto de los pájaros y no hay mente en tu interior, un silencio...este silbido del pájaro, este gorjeo, y ninguna mente funcionando en tu cabeza, silencio total...entonces la conciencia aflora a ti. No viene de fuera, surge dentro de ti, crece en ti. Por lo demás, recuerda: estás dormido.
Osho, conciencia.
Uno duerme de noche, duerme de día...desde el nacimiento hasta la muerte, uno va cambiando sus pautas de sueño, pero nunca llega a despertar de verdad. Solo porque hayas abierto los ojos, no te engañes a ti mismo pensando que estás despierto. A menos que se te abran los ojos interiores, a menos que tu interior se llene de luz, a menos que puedas verte a ti mismo, ver quien eres...no creas que estás despierto. Esa es la mayor ilusión en la que vive el hombre. Y si uno se convence de que está verdaderamente despierto, entonces ya no tiene sentido hacer ningún esfuerzo por despertar.
Lo primero que debes grabarte bien en el corazón es que estás dormido. Estás soñando, un día tras otro. A veces sueñas con los ojos abiertos y otras veces con los ojos cerrados, pero estás soñando...tú mismo eres un sueño. Todavía no eres una realidad.
Por supuesto, cualquier cosa que hagas en un sueño carece de sentido. Cualquier cosa que piense es insustancial, cualquier cosa que proyectes seguirá formando parte de tus sueños y nunca te permitirá ver la realidad. Por eso todos los budas han insistido en una sola cosa: ¡Despierta!
El silencio es el espacio en el que uno despierta, y la mente ruidosa es el espacio en el que uno permanece dormido. Si tu mente continúa parloteando, estás dormido. Si te sientas en silencio, si la mente desaparece y puedes oír el canto de los pájaros y no hay mente en tu interior, un silencio...este silbido del pájaro, este gorjeo, y ninguna mente funcionando en tu cabeza, silencio total...entonces la conciencia aflora a ti. No viene de fuera, surge dentro de ti, crece en ti. Por lo demás, recuerda: estás dormido.
Osho, conciencia.
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