Con el paso de los días, Juan se sorprendió pensando una y otra vez en la Tierra de la que había venido.
Si hubiese sabido allí una décima, una centésima parte de lo que ahora sabía, ¡cuánto más significado habría tenido entonces la vida! Quedose allí en la arena y empezó a preguntarse si habría una gaviota allá abajo que estuviese esforzándose por romper sus limitaciones, por entender el significado del vuelo más allá de una manera de trasladarse para conseguir unas migajas caídas de un bote. Quizás hasta hubiera un Exiliado por haber dicho la verdad ante la Bandada.
Porque, a pesar de su pasado solitario, Juan Gaviota había nacido para ser instructor, y su
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-Juan, fuiste Exiliado una vez ¿Por qué piensas que alguna gaviota de tu pasado va a escucharte ahora? Ya sabes el refrán y es verdad: Gaviota que ve lejos, vuela alto.
Esas gaviotas de donde has venido se lo pasan en tierra, graznando y luchando entre ellas. Están a mil kilómetros del cielo. ¡Y tú dices que quieres mostrarles el cielo desde donde están paradas! ¡Juan, ni siquiera pueden ver los extremos de sus propias alas!
Se quedó callado un momento, y luego dijo:
-¿Qué habría pasado si Chiang hubiese vuelto a sus antiguos mundos? ¿Dónde estarías tú ahora?
El último punto era el decisivo, y Rafael tenía razón. Gaviota que ve lejos, vuela alto.
-¡Rafa, que vergüenza!- dijo Juan reprochándole- ¡No seas necio! ¿Qué intentamos practicar todos los días? ¡Si nuestra amistad depende de cosas como el espacio y el tiempo, habremos destruido nuestra hermandad!
Rafael Gaviota tuvo que soltar una carcajada.
-Adiós Rafa. Nos volveremos a ver.
Y con esto, Juan evocó en su pensamiento la imagen de las grandes bandadas de gaviotas en la orilla de otros tiempos, y supo, con experimentada facilidad, que ya no era sólo hueso y
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Empezarás a palpar el cielo, Juan, en el momento en que palpes la perfecta velocidad. Y esto no es volar a mil kilómetros por hora, ni a un millón, ni a la velocidad de la luz. Porque cualquier número es ya un límite, y la perfección no tiene límites. La perfecta velocidad, hijo mío, es estar allí.
¡Pero si es verdad!¡Soy una gaviota perfecta y sin limitaciones! Y se estremeció de alegría!
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