domingo, 13 de julio de 2014
El camino de la comunión
Rara vez nos damos cuenta de que estamos rodeados de lo Extraordinario. Los milagros suceden a nuestro alrededor, las señales de Dios nos muestran el camino, los ángeles piden ser oídos...sin embargo, como aprendemos que existen fórmulas y reglas para llegar hasta Dios, no prestamos atención a nada de esto. No entendemos que Él está donde lo dejan entrar.
Las prácticas religiosas tradicionales son importantes; nos hacen participar con los demás en una experiencia comunitaria de adoración y oración. Pero nunca debemos olvidar que una experiencia espiritual es sobre todo una práctica de Amor. Y en el amor no existen reglas. Podemos guiarnos por un manual, controlar el corazón, tener una estrategia de comportamiento...Pero todo eso es una tontería. Quien decide es el corazóñn y lo que él decide es lo que vale.
Todos hemos experimentado esto en la vida. Todos, en algún momento, hemos dicho entre lágrimas: "Estoy sufriendo por un amor que no vale la pena"
Sufrimos porque descubrimos que damos más que lo que recibimos.
Sufrimos porque nuestro amor no es reconocido.
Sufrimos porque no conseguimos imponer nuestras reglas.
Sufrimos impensadamente, porque en el amor está la semilla de nuestro crecimiento.
Cuanto más amamos, más cerca estamos de la experiencia espiritual. Los verdaderos iluminados, con las almas encendidas por el Amor, vencían todo los prejuicios de la época. Cantaban, reían, rezaban en voz alta, compartían aquello que San Pablo llamó "la santa locura". Eran alegres, porque quien ama ha vencido al mundo y no teme perder nada. El verdadero amor supone un acto de entrega total.
"A orillas del río Piedra me senté y lloré" es un libro sobre la importancia de esta entrega.
Pilar y su compañero son personas ficticias que nos acompañan en la búsqueda de la Otra Parte. Tarde o temprano tenemos que vencer nuestros miedos, pues el camino espiritual se hace mediante la experiencia diaria del amor.
El monje Thomas Merton decía:
"La vida espiritual consiste en amar. No se ama porque se quiera hacer el bien o ayudar, o proteger a alguien. Si obramos de ese modo, estamos viendo al prójimo como un simple objeto y nos estamos viendo a nosotros como personas generosas y sabias. Esto nada tiene que ver con el amor.
Amar es comulgar con el otro, es descubrir en él una chispa divina"
Que el llanto de Pilar a orillas del río Piedra nos lleve por el camino de esta comunión.
(Paulo Coelho)
Las prácticas religiosas tradicionales son importantes; nos hacen participar con los demás en una experiencia comunitaria de adoración y oración. Pero nunca debemos olvidar que una experiencia espiritual es sobre todo una práctica de Amor. Y en el amor no existen reglas. Podemos guiarnos por un manual, controlar el corazón, tener una estrategia de comportamiento...Pero todo eso es una tontería. Quien decide es el corazóñn y lo que él decide es lo que vale.
Todos hemos experimentado esto en la vida. Todos, en algún momento, hemos dicho entre lágrimas: "Estoy sufriendo por un amor que no vale la pena"
Sufrimos porque descubrimos que damos más que lo que recibimos.
Sufrimos porque nuestro amor no es reconocido.
Sufrimos porque no conseguimos imponer nuestras reglas.
Sufrimos impensadamente, porque en el amor está la semilla de nuestro crecimiento.
Cuanto más amamos, más cerca estamos de la experiencia espiritual. Los verdaderos iluminados, con las almas encendidas por el Amor, vencían todo los prejuicios de la época. Cantaban, reían, rezaban en voz alta, compartían aquello que San Pablo llamó "la santa locura". Eran alegres, porque quien ama ha vencido al mundo y no teme perder nada. El verdadero amor supone un acto de entrega total.
"A orillas del río Piedra me senté y lloré" es un libro sobre la importancia de esta entrega.
Pilar y su compañero son personas ficticias que nos acompañan en la búsqueda de la Otra Parte. Tarde o temprano tenemos que vencer nuestros miedos, pues el camino espiritual se hace mediante la experiencia diaria del amor.
El monje Thomas Merton decía:
"La vida espiritual consiste en amar. No se ama porque se quiera hacer el bien o ayudar, o proteger a alguien. Si obramos de ese modo, estamos viendo al prójimo como un simple objeto y nos estamos viendo a nosotros como personas generosas y sabias. Esto nada tiene que ver con el amor.
Amar es comulgar con el otro, es descubrir en él una chispa divina"
Que el llanto de Pilar a orillas del río Piedra nos lleve por el camino de esta comunión.
(Paulo Coelho)
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