domingo, 13 de octubre de 2013
- ¿Puedes darme esa respuesta ahora?- le preguntó el hombre.
-Supongo que ya deben de haberte contado el encuentro entre san Sabino y Ahab.
-Claro. El santo fue a ver a Ahab, conversó con él y, al final, el árabe se convirtió poque se percató de que el coraje del santo era mucho mayor que el suyo.
- Sí. Pero antes de irse a dormir volvieron a charlar un rato, a pesar de que Ahab se había puesto a afilar su puñal en cuanto san Sabino había puesto los pies en su casa. Convencido de que el mundo era un reflejo de sí mismo, decidió desafiarle, y le preguntó:
"- Si ahora entrase la prostituta más bellas que ronda por el pueblo, ¿te sería posible pensar que no es bella y seductora?
"-No. Pero conseguiría controlarme- respondió el santo.
"-Si te ofreciera muchas monedas de oro para que dejaras la montaña y te unieras a nosotros, ¿te sería posible mirarlas como si fueran piedras?
"-No. Pero conseguiría controlarme.
"Si vinieran a verte dos hermanos, uno que te detesta y otro que te considera un santo, ¿te sería posible pensar que los dos son iguales?
"-Aunque me hiciera sufrir; conseguiría controlarme y los trataría a los dos de la misma manera.
Chantal hizo una pausa.
El extranjero no necesitaba que Chantal le contara el resto de la historia; Sabino y Ahab tenían los mismos instintos; el Bien y el Mal luchaban por ellos, como luchaban por todas las almas de la Tierra. Cuando Ahab comprendió que Sabino era igual que él, también comprendió que él era igual a Sabino.
Todo era cuestión de control. Y de elección.
Nada más.
(El demonio y la señorita Prym, Paulo Coelho)
-Supongo que ya deben de haberte contado el encuentro entre san Sabino y Ahab.
-Claro. El santo fue a ver a Ahab, conversó con él y, al final, el árabe se convirtió poque se percató de que el coraje del santo era mucho mayor que el suyo.
- Sí. Pero antes de irse a dormir volvieron a charlar un rato, a pesar de que Ahab se había puesto a afilar su puñal en cuanto san Sabino había puesto los pies en su casa. Convencido de que el mundo era un reflejo de sí mismo, decidió desafiarle, y le preguntó:
"- Si ahora entrase la prostituta más bellas que ronda por el pueblo, ¿te sería posible pensar que no es bella y seductora?
"-No. Pero conseguiría controlarme- respondió el santo.
"-Si te ofreciera muchas monedas de oro para que dejaras la montaña y te unieras a nosotros, ¿te sería posible mirarlas como si fueran piedras?
"-No. Pero conseguiría controlarme.
"Si vinieran a verte dos hermanos, uno que te detesta y otro que te considera un santo, ¿te sería posible pensar que los dos son iguales?
"-Aunque me hiciera sufrir; conseguiría controlarme y los trataría a los dos de la misma manera.
Chantal hizo una pausa.
El extranjero no necesitaba que Chantal le contara el resto de la historia; Sabino y Ahab tenían los mismos instintos; el Bien y el Mal luchaban por ellos, como luchaban por todas las almas de la Tierra. Cuando Ahab comprendió que Sabino era igual que él, también comprendió que él era igual a Sabino.
Todo era cuestión de control. Y de elección.
Nada más.
(El demonio y la señorita Prym, Paulo Coelho)
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