martes, 20 de agosto de 2013
Sigo practicando
La vida por una u otra razón, siempre nos pone a prueba para que reconozcamos nuestra capacidad de superación en función del potencial oculto que desconocemos.
Debemos seguir en carrera. Esa gimnasia nos mantiene activos y alertas con un equilibrio que poco valoramos frente a situaciones críticas y de excesiva presión. Desde el manejo de la inteligencia y sabiduría, hasta la fuerza y el don de la palabra.
La flexibilidad y resiliencia hacen de la madurez emocional toda una experiencia.
Habiéndome retirado hoy de una conferencia, me quedé reflexionando al respecto porqué cotidianamente sentimos que la vara la elevan siempre para que rindamos más en cantidad, calidad, eficiencia, dedicación, etc; en el terreno laboral y humano en general.
El salto más grande que dimos fue al nacer cambiando de contexto y por más que nos sigan levantando la vara, debemos saber que la competencia más que tenerla con el otro; la tenemos con nosotros mismos, y que el orgullo, entusiasmo -o de puro curioso- la mera iniciativa; nos facilita con algo de inteligencia, un poco de creatividad y aún sin ser deportistas, un cúmulo de posibilidades ciertas a que nuestro impulso nos eleve un centímetro por encima de la meta.
Superación, visión, misión. Si lo veo y me veo...con algo de práctica lo consigo.
Suena bien. Es posible. Pero todo es relativo y debemos aprender a hacer cosas distintas si queremos resultados incrementales exitosos.
Debemos ser realistas y me remito a un ejemplo que rompe paradigmas. El típico salto en altura, es una disciplina que originalmente desde los juegos olímpicos comenzó realizándose el salto de frente a la vara horizontal. No superaban el metro cincuenta de altura.
Siempre la marca se superó de a un centímetro promedio por año...hasta que ergonométricamente era imposible que alguien superara determinada altura.
El ser humano podría haber claudicado al encuentro de nuevas marcas, sin embargo a un tal Richard "Dick" Fosbury, comprometido con tantos años de compromiso en su deporte, decidió solicitarle ayuda a su entrenador para que el salto con mayor altura, no se hiciera de frente al obstáculo sino de ESPALDA. Sin ver el objeto ni que se cayera el entorpecedor obstáculo.
El entrenador y el mundo se reía de este loco. A este loco la circunstancia lo alentaba aún más a romper marcas. Es anormal y ridículo.
Se entrenó y llegó el día en un juego olímpico de México 68. Muchos sabían que venía a establecer un estilo y nuevo panorama en dicha práctica.
El artista saltó de espalda con un vuelo impecable de dos metros cuarenta y cinco centímetros (2,45 metros) Hay reglas en la sociedad para adoptarlas. Creas un mundo aparte o te adaptas al medio.
Hoy saltar de espalda no solo es lo lógico. Es necesario y es la necesaria adaptación, como los pulmones que dicen que los peces tuvieron que desarrollar para ser reptiles y sobrevivir sobre la tierra.
Pasaron los años y los 2,45 m de altura del salto pasaron a la historia porque año tras año se fue superando, llegando a la sensacional marca del cubano Javier Sotomayor de 2,89 metros.
¡Obvio sin ver el límite y de espalda!
Ten confianza en ti. Caso contrario nadie la tendrá contigo.
Pruébate por ti y para ayudar a quienes te necesiten. Deja un legado para los otros. Por entereza, valentía. Se de los que probaron el desafío.
No pierdas energías inútilmente ante el salto que te toca mañana a la mañana.
La vida no es solo saber saltar confiadamente de espaldas. También requiere saber caer de esa altura aunque haya una enorme colchoneta.
El objetivo de quienes persiguen las alturas como el alpinista, no es llegar a la cumbre sino llegar a la base de la montaña...vivo.
Espero que les sirva.
En Tendencia Vital http://tendenciavital.ning.com/?xg_source=msg_mes_network
Imagenes en http://es.paperblog.com/arte-y-deporte-edad-contemporanea-ii-99531/
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